Anarchie isn't a game {¡Reapertura!} Normal.

Actualmente, la situación responde a esa pregunta final. Esas fueron las últimas entrevistas callejeras antes de que el gobierno se diese por vencido e instaurase una anarquía. Pero, para comprenderlo mejor todo, deberíamos viajar unos momentos al pasado, al año 2094, hace, exactamente, tres años. Al día en el que todo comenzó; el día que cambió Alemania para siempre.

Solo eran un grupo de anarquistas, ¿quién iba a hacerlos caso? Pero ellos fueron los que comenzaron todo. Ya estaban hartos del sistema capitalista, de que los bancos tuvieran todo el dinero y de que la clase obrera sufriera una crisis mundial. Pues esa crisis, la que no afectaba ni a los grandes empresarios ni a los banqueros, llegaba desde varias décadas atrás. Y los anarquistas pensaban que con su sistema de desgobierno idílico podrían solucionarlo todo. Y así comenzaron las revoluciones. Las manifestaciones arrasaban las calles a su paso, y las huelgas generales impedían el avance laboral en el país. La mayoría de las personas estaban de acuerdo con lo que los anarquistas propnían, pero, ¿cómo no iban a estarlo, si, en la miseria en la que vivían, prácticamente no podrían estar peor? Y de ese grupo reducido, de más o menos cincuenta anarquistas que comenzaron a rebelarse, pasaron a ser cientos; y de Múnich, que fue donde comenzó todo, se fueron uniendo Hamburgo, Dresde y hasta Berlín. Pasaron a ser miles; pronto millones. Todo el país salió a la calle el día 14 de Abril del 2096 para realizar una huelga general, posiblemente la que acabaría decidiendo si el gobierno cedía o no. Pocos trabajaron ese día, pocos asistieron a los centros educativos; el pueblo estaba unido por una causa que les parecía justa. Y así fue como, el día 5 de Diciembre del 2096, el gobierno, la presidenta Freja Hessel, dimitió; anunció que el pueblo ya tenía lo que quería, y que ella ya no podía hacer nada. Pero, antes de abandonar su puesto, antes de que las cámaras se apagaran para siempre, anunció que no todo sale siempre como deseamos, como tenemos en mente, y que, posiblemente, esta forma de desgobierno no sea de ninguna forma la adecuada para un país. La ignoraron, como ella esperaba, y, después de aquello, la mayoría de los políticos y altos cargos abandonaron el país.

Actualmente, el país, y, en concreto, Múnich, está dividida en grupos. Ya nadie trabaja, ya nadie hace nada por el bien de la comunidad. Efectivamente, la delincuencia incrementó, ya que, por mucho que podamos pensar que cada persona sabe aplicarse sus propias leyes, si habiendo normas la delincuencia existía, imaginaos sin ellas. Las ciudades están completamente destrozadas e incomunicadas; no hay televisión, ni funcionan los móviles ni teléfonos, tampoco hay luz. Llevamos algo así como ocho meses con la anarquía, y el país se ha ido a pique. Nadie pensaba, o, mejor dicho, nadie quería pensar que esto iba a ocurrir; nadie quería creer que, después de haber luchado y haberlo conseguido, el miedo invadiría sus cuerpos. ¿Qué ocurrirá ahora? era lo que nadie quería preguntarse. Los primeros días fueron calmados, pero, pronto, el vandalismo, los asesinatos y la delincuencia en general arrasó el país. Los demás países no saben que hacer con Alemania; ya la dan como un país perdido, un lugar al que no se puede ir y, de hecho, están pensando en vallar las zonas habitadas para que nadie pueda acceder a las ciudades. Nadie sabe qué hacer ahora. Ha comenzado una lucha por la supervivencia diaria; la comida comienza a escasear, los bienes básicos comienzan a ser necesarios, y con lo único que cuentan los habitantes son con armas para defenderse.