Oliver Charles Ackerley

Es apuesto y el lo sabe. Oliver no es de los que se arregla para gustarles a las chicas, lo hace simplemente para sentirse bien, bueno y quizás porque es necesario para su trabajo, eso de andar mas que presentable. Es un muchacho con una estatura considerable, mide un par de centímetros pasando el metro ochenta, lo que lo tiene bastante contento con respecto a su estatura, no suele ser nunca el más alto, pero por lo menos es mucho más espigado que el promedio de los hombres. Tiene un cuerpo bastante tonificado, la verdad de las cosas es que hacer ejercicios es algo que no hace seguidamente, con suerte va al gimnasio a hacer un poco de pesas, pero si le gusta trotar por las mañanas, por lo menos lo mantiene saludable. Tiene un rostro de facciones bastantes varoniles, una barbilla cuadrada, pómulos marcados y una nariz que muchas personas considerarían que roza la perfección. Suele ocupar una barba de pocos días, nada demasiado escandaloso, porque aunque lo niegue Oliver es un tipo al cual le gustan las cosas pulcras. Lo que mas llama la atención de su rostro, es sin lugar a dudas, sus ojos…mas bien su mirada, como si estuviera estudiandote tiene los ojos de un azul profundo, que pueden volverse mucho mas opacos cuando esta enfadado. Su cabello es de un color castaño bastante claro, incluso rozando el rubio, aunque tiene algunos mechones de aquel color, que se ve incluso mas claro en la luz del sol. Cortado en un corte moderno, nunca demasiado largo, pero tampoco demasiado corte, es mas bien un estilo desordenadamente ordenado.

Viste siempre de manera correcta, si utiliza jeans es porque esta demasiado relajado, pero la mayoría del tiempo esta utilizando trajes o pantalones caquis con camisas de colores claros, arremangada hasta lo hombres. Siempre impecablemente peinado, perfumado y con esa sonrisa encantadora en su rostro, es en casa y cuando esta con Maggie cuando es ese Oliver relajado y que usa pantalones deportivos y apenas peina su cabello.

Oliver puede parecer muy responsable, serio, maduro y quizás hasta frio dentro de aquel traje que le entalla perfectamente mientras observa con cuidado y detención documentos en su oficina, pero aquellos adjetivos no son los indicados para describir a aquel muchacho que ahora simplemente se encuentra jugando a ser algo responsable, a tener un poco de responsabilidad, porque pronto será un esposo, pronto tendrá que cuidar de Maggie y aunque no se le note aquello lo aterra. Siempre le ha aterrado no ser lo suficientemente bueno en algo, en decepcionar a las personas porque sabe que lo hace y porque una de las pocas cosas que realmente desea en la vida es hacer feliz a sus padres, hacer que estos se sientan orgullosos de él. Oliver es todo lo contrario a lo que demuestra dentro de sus horarios de trabajo, puede llegar a ser este tipo realmente divertido, amigable, risueño y que estará siempre con aquella sonrisa encantadora en su rostro, especialmente cuando está rodeado de sus más cercanos amigos.

Siempre pensara en el bien de las personas que lo rodean antes de la suya propia, prefiera que sus padres estén feliz creyendo que él es la persona más feliz del mundo dirigiendo el negocio familiar antes de decirles que es completamente miserable con ese trabajo que no le agrada para nada, aquello demuestra lo buena persona que es Oliver, un tipo amigable, leal, sincero, que hará todo lo posible por proteger a aquellos que le importan, especialmente a Maggie, porque está seguro que por ella daría la vida si fuera necesario. Siempre ha sido bueno para salir, para reírse con amigos tomando una cerveza en un pub tranquilamente, cuando era mucho más joven hacia fiestas legendarias y es que siempre tuvo un poder de reunir a las masas, ese poder y actitud de líder innatas en el, quizás por eso fue uno de los más populares cuando estaba en el secundario, aunque tiene más que claro que esa etapa de su vida ya ha terminado.

Ahora está en otra. Ahora tiene enemigos de hoteles rivales que pueden llegar a ser lo que sea para ganar…y eso lo descoloca, Oliver nunca pensó que pudiera existir en el mundo gente tan ambiciosa y con hambre de poder. Aquello mas los celos son los grandes detonadores de esa otra personalidad que tiene: en donde grita, en donde se vuelve casi histérico queriendo encontrar respuestas o queriendo decir algo pero las palabras se la atragantan en la garganta y claro, dice cosas que no quiere decir y actúa de las peores maneras posibles, pero solo basta que le des un poco de tiempo, que salga a tomar algo de aire y que regrese arrepentido para pedir perdón, porque quizás esa es una de las mayores virtudes de Oliver: el saber pedir perdón.

Últimamente reconoce que se ha convertido en este hombre mucho más aburrido, mucho más serio que quizás piensa demasiado en su trabajo, quizás porque es un perfeccionista sin remedio o porque no le gusta que las cosas salgan mal o también el culpable es otro de sus grandes defectos: el ser llevado a su idea como ninguna otra persona, a Oliver no le gusta que lo contradigan, no le gusta que las cosas se hagan como el no dijo que se hicieran y menos no le gusta que lo lleven a pasar, y tiene que reconocer que puede cambiar de humor rápidamente, quizás es el trabajo lo que lo tiene estresado, aquello de tener todo en orden, tener responsabilidades que en ocasiones lo sobrepasan y una presión que ningún joven de 25 años debería tener…todo aquello y mas lo hacen querer desear una sola cosa cuando acaba el día: Estar con Maggie y volver a ser ese Oliver de 20 años, que simplemente pensaba en disfrutar la vida y en nada más.

Para Oliver es aun un poco irreal que cuando dice su apellido las cosas se le hacen más fáciles, que cuando se presente como Oliver Ackerley, todos le tienden la mano y preguntan por como esta su padre, el intenta sonreír, decirles que está en la casa, tomándose unas merecidas vacaciones y volver rápidamente el tema. Porque lo menos que Oliver desea es que lo conozcan por su padre. No por él. No por nadie. No cabe duda alguna de que la familia Ackerley es una de las más poderosas dentro de las Vegas, poseen un hermoso y enorme hotel, uno de los más importantes dentro de la ciudad, con más reconocimiento y también actualmente uno de los más modernos, gracias a toda la gestión que Oliver ha hecho últimamente. Muchos le preguntan a Oliver como ha sido crecer toda su vida en Las Vegas, la ciudad del pecado, en donde se supone que lo que pasa ahí, se queda en ese lugar casi místico por siempre, pero para aquel muchacho de ojos azules y de mirada picara, ha sido su hogar, ha sido el lugar en donde ha crecido, en donde se ha peleado, decepcionada y enamorado. Su hogar y está seguro que nunca dejara de serlo. No ha crecido en una familia como otra, ha crecido en una familia en donde fue el primogénito de este matrimonio que realmente se ama, él lo sabe, lo nota, y también sabe que sus padres son más parecidos de lo que aparentan serlo, ha crecido siendo este hijo heredero de una fortuna millonaria y de también responsabilidades que actualmente pesan mucho sobre sus hombros.

La infancia de Oliver fue como cualquier otra-a pesar de todas las regalías y condiciones económicas que posee su familia-su madre era cariñosa con él, su padre era cariñosa con el y cuando luego llego su hermana menor Leah, todos fueron cariñosos con ella. Pero Oliver poco a poco se fue dando cuenta de que su vida no era tan simple como pensaba, primero fue puesto en una escuela exclusiva a las afuera de Nevada, un internado que hacía que sus visitas al hogar familiar solamente fueran posibles los fines de semana y para cuando ya tenía quince años, fue enviado a Londres a estudiar en un internado de jóvenes. Fue ahí en donde hizo varias amistades que seguramente sus padres no hubiera aprobado, porque con el tiempo Oliver se fue dando cuenta de que escasamente aprobaban algo que el hiciera. No lo dejaron viajar con su grupo de amigos por el mundo cuando se graduó, no aprobaron que quisiera estudiar periodismo, sino que en vez de eso tenía que quedarse en casa, tomando algunos cursos de negocios para luego hacerse cargo del negocio familiar.

Con tal solo 18 años, Oliver vislumbraba un futuro negro lleno de obligaciones que él no deseaba para nada. Pero fue a esa misma edad cuando el sol salió de pronto, exactamente cuando la conoció a ella: Maggie. Su novia tan solo tenía 16 años cuando comenzaron a salir, se conocieron una noche en un pub de la ciudad, amigos en común los presentaron e inmediatamente Oliver quedo prendado de su sonrisa, de esa capacidad que la muchacha tenia para asombrarse de todo y lo hermosa y magnifica que parecía en comparación a todas las demás chicas, porque en el mismo momento en que Oliver poso los ojos en ella, todas las demás mujeres en el mundo desaparecieron para él. Todos pensaron al comienzo que no durarían demasiado, muy diferentes…pero el romance se fue haciendo cada vez mas solido. Oliver la presento a sus padres y estos se demostraron bastante de acuerdo y felices con el noviazgo de su hijo, pensaron que era solo un amor adolescente, un romance cualquiera que terminaría acabándose, que luego su hijo podría terminar con alguien que lo mereciera de verdad. Pero el romance nunca se acabo…nunca lo ha hecho.

Cuando Oliver le dijo a sus padres que le había propuesto matrimonio a Maggie no tuvo la reacción que esperaba. No hubo alegría ni abrazos de felicitaciones, sino que más bien hubieron gritos ahogados, lamentos de su madre y regaños de su padre, pero lo que más hubo fueron insultos para la persona que el mas ama en el mundo. Y eso Oliver no lo soportaría. Estuvo más de dos meses sin hablarse con sus padres, mas de dos meses en donde llegaba al hotel de mala gana a hacer ese trabajo que ha estado haciendo por casi más de seis años, hasta que ellos fueron los que se acercaron a su hijo, le pidieron perdón y le dijeron que todo estaría bien. Oliver en el fondo saben que esperan que en cualquier momento el rompa su compromiso, que ellos discutan tan fuerte que su relación se rompa definitivamente. Pero Oliver sabe que eso no pasara.

Porque la ama. Porque nunca había amado a nadie como ama a Maggie. Porque viviendo juntos se ha dado cuenta de que no hay nadie más perfecta que ella, nada más perfecto y que lo haga sentir mejor que su sonrisa. No es que sean la pareja perfecta-aunque muchos se lo dicen-discuten, se enfadan, pero siempre logran llegar a un acuerdo, porque entre ellos hay una conexión que pocos pueden llegar a comprender. Y sabe que son jóvenes, que tiene una vida por delante, que quizás se estén apresurando…pero esa vida que tienen por delante Oliver sabe que quiere vivirla junto a ella.